jueves, 24 de enero de 2013

Agonía.

Agonía, es todo lo que siento ahora, la dulce y vil agonía de aquel que espera ser anhelado y no sabe cuánto va a esperar. Su sonrisa, solo ella me apaga esa agonía, pero esa sonrisa no responde a sus ojos.

Me enciendo un cigarro. Me siento humillada, machacada, pisoteada, malherida, como un ciervo que intentó huir y resultó muerto, aplastada, acojonada, desterrada, como me sentía cada vez en mis tormentosos recuerdos de infancia. Me sumo en ellos y solo encuentro dolor y decepción por volver a sentirlo.


Me encuentro distante, ya indiferente a lo que el mundo me aguarde aunque sepa que no seguirá siendo así. Estúpida ilusa... de verdad creías que ibas a conseguir lo que querías?

Quizá sea solo una niña caprichosa tratando de recordar qué se siente teniendo fe en algo, aunque solo sea en un triste beso. Una torpe flor acurrucada sobre su tallo, esperando florecer, brillar y ser adorada por ello.
Y esque, de verdad es tan solo eso?

Esa niña que fui se pasó años encerrada en su propio ser, por miedo a lo que los demás veían en ella.

A nadie le gustaba, nadie me necesitaba, nadie me llamaba, nadie venía a mi, nadie quería jugar con esa loca.
Mi cielo era mi habitación, mi música, mis canciones, mi gato, mi mundo.
Esa estúpida niña que creyó que algún día llegaría a ser algo.. Esa estúpida de ojos raros que ahora soy...

Ya no pido que me crean, no pido que me entiendan, solo que, al menos, se rían en mi cara.

Soy como una hormiga, tan fuerte que puedo con 50 veces mi peso emocional.
Claro que puedo hacer que no me afecte pero... acaso así tendría gracia la vida?

Ahora lo que me apetece es encerrarme... Encerrarme en mi mundo y no ver más que a las personas que me demostraron merecerse mi verdadero yo, mi yo inquebrantablemente frágil.


M.

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